Muchas veces uno de los motivos por los cuales pensamos en emprender un negocio es para asà carecer de un jefe que, hablando en plata, «nos mangonee» y tengamos que hacer todo lo que nos pide.
Es por eso que muchos piensan en su propio negocio, seguido de una idea original que pueda salir a flote con un poco de empuje. Sin embargo, a veces no tenemos en cuenta que, si todo va bien y comenzamos a contratar a alguien, nosotros seremos el jefe y, como nos pasó a nosotros, querremos un jefe bueno, amable, no uno que no deje de meterse con nuestro trabajo.
Esto hace que muchas veces el trabajador que se convierte en jefe se vuelva mucho más exigente y rÃgido ante sus trabajadores olvidando que, un tiempo atrás, él también fue uno de esos trabajadores.
Supongo que si preguntamos en una empresa el tipo de jefes que les gustarÃa tener a los trabajadores la mayorÃa de ellos preferirÃan uno que fuera empático, que supiera motivar y gestionar el trabajo. Estos, frente a los jefes autoritarios, conllevan muchos más beneficios como podremos ver en un próximo artÃculo y eso es en pro de la empresa.
Una encuesta realizada por Ranstad nos ofrece unos resultados que van en lo que he afirmado antes, casi el 80% de los trabajadores prefieren jefes motivadores y que sean cercanos a los trabajadores frente a jefes autoritarios. Ya entrando en analizar los datos, lo primero que los trabajadores quieren es que el jefe oriente en el liderazgo, es decir, que sea el lÃder en el trabajo, que sea dirigir los trabajos de todos pero no de forma autoritaria sino aconsejando, gestionando, etc.; a continuación otro de los elementos que más se valora es que sepa motivar, ya sea por un buen trabajo o por uno malo, pero siempre motivando sobre lo positivo.